Enterrada bajo el polvo de edades
en tu tumba de piedra caliza
durante milenios dormiste,
libre de los ajena al alboroto del tiempo
entre telarañas y oscuridad.
Mientras lentamente sobre la tierra
a tu alrededor caían gotas de agua
se mantuvieron firmes tus pechos,
y tus caderas cerradas.
Ajena al tiempo, tu figura es perfecta,
deseo primordial tan profundo
que trasciende toda corrupción.
Preñada de posibilidades,
diosa de los nombres desconocidos,
¿Eres un antiguo himno a la fertilidad?
¿De tu vientre no surgen todas las cosas?