Visiones del amor a los 17 y a los 70 años

Visiones del amor a los 17 y a los 70 años
Yo, a los 17: Enamorarse es una aventura maravillosa y un camino de descubrimiento.
Yo, a los 70: No es necesario enamorarse para descubrir algo.
El amor es en realidad una forma de ceguera que nubla el entendimiento.
Si realmente quieres descubrir algo, sé un observador neutral.
Las emociones disminuyen nuestra capacidad de discernimiento.
Mi yo de 17 años afirma: El amor enriquece a las personas, por lo que cada oportunidad de amar debe ser bienvenida.
Mi respuesta a los 70: Hay muchos que confunden "amor" con "pasión"
Es mejor amar de verdad a una sola persona que amar superficialmente a muchas.
Una relación amorosa profunda exige tiempo, energía y responsabilidad.
Los recursos son limitados, es más sensato cultivar las relaciones existentes que provocar nuevos conflictos.
La voz de mi yo de 17 años: Cuando amas a otros, revelas tu verdadero ser.
Yo a los 70: Seamos francos, la gente no a la gente no les da igual en saber quién conocer tu verdadero yo.
Solo les importa lo que puedes hacer por ellos.
A menudo, la mejor manera de ayudar a otros es hacerse invisible:
retirarse para que el otro aprenda por sí solo o sola sus propias lecciones fundamentales.
Mi yo de 17 años charlando: La intimidad física es una expresión tierna y feliz del amor.
Mi yo de 70 años replicando: El vínculo entre sexo y amor es cuando menos difuso.
Es posible vivir un amor profundo sin sexo,
así como también puede haber intimidad física sin amor.
La pregunta clave es el enfoque de la energía:
¿es mejor anhelar deseos sensuales o cultivar la satisfacción?
Un eco de mi yo adolescente: Existe un "alma gemela" perfecta esperándote.
Un eco de un yo mucho más viejo: Ningún ser humano es perfecto.
Con esfuerzo constante, tu pareja puede volverse "lo suficientemente perfecta" para ti.
Aceptar las imperfecciones es, de hecho, una valiosa lección de vida.
Mi yo adolescente: La espontaneidad es una virtud.
Los deseos deben aceptarse como un proceso natural, sin invitarlos ni rechazarlos.
Una semblanza muy antigua de mi mísmo: La moderación es la verdadera virtud.
La mayoría de los deseos solo se satisfacen temporalmente.
Aferrarse a anhelos pasados resulta agotador y tedioso.
Si no aprendes nada nuevo de viejos patrones, ¿por qué perpetuarlos?
¿Crecemos aferrándonos al pasado o explorando nuevos horizontes?