Los poetarras están en su momento prime
cuando están perfectamente zumbados.
Su locura ayuda a los comúnes a ver más clarete.
Los artistas se encienden cuando van más allá de las fachás;
pero la peña se satisface con su café descafeinado de los lunes
y las hamburguesas del Ronald.
El mundo es más tocho de lo que nos enseñan a creer,
y en esta vida solo he chutado unas pocas gotas,
de un café alucinante,
entre destellos de realidades más gigantes.
Huelen a realidades más potentes,
lo cual ya es suficiente para flipar
que lo que hay dentro de cada grano
tiene un montón de punch y gozo si se tuesta,
y luego se enfría un poco antes de que los sabores se asienten.
Raúl:
(burlón) ¿Pero no había muerto ya el arte?
Maya:
(medio en serio) ¡No digas tonterías! Una vida sin arte es una vida sin alma.