Bienaventurados los que rompen la paz
y quienes matan a su antojo.
Bienaventurados los codiciosos
y los que llenan sus bolsillos a través de la codicia.
Bienaventuradas las rameras,
dispuestas a poner cualquier cosa
en el mercado para ampliar sus ingresos pecuniarios.
Bienaventurados los que dicen ser bendecidos,
haciendo un negocio rentable de la "espiritualidad" en pingüe negocio.
Bienaventurados aquellos que no se tragan estas farsas,
reconociendo que no hay santidad alguna en este mundo.
Las bendiciones de la Bestia son muchas,
pero de la Salvación, ¿qué podemos decir?