Como copos de nieve en abril,
que caen de un tormentoso cielo,
que solo permanecen
un instante en este mundo
y se pronto se esfuman
de nuestra vista,
nuestra existencia es fugaz.
Sin embargo,
un copo de nieve solo
se puede alegrarse y brillar
sin preocuparse de perder la existencia,
si brilla en el momento
y deja que la eternidad lo abrace.