En mi fantasía,
soy encantador, impetuoso y vivaz.
En mi mundo de ficción, soy inmensamente curioso,
increíblemente intuitivo y siempre confiado.
En mi imaginación, al menos,
disfruto explorando nuevos horizontes.
Y mi existencia habita en una alegre estancia.
En realidad,
soy un viejo buitre demacrado.
A menudo cansado y
aburrido por del vacío de mis fantasías.
Toda mi existencia es un preludio de mi muerte:
un ejercicio de futilidad y de cíclica estupidez.
Sin embargo,
estoy aprendiendo a no tomarme en serio
e ignorar los bandazos de mi mente de primate.
En los momentos de calma, por lo menos,
es cómico darse cuenta lo frágil
que es mi percepción.
Qué extraño es ser
el 95% chimpancé y que parezca,
exteriormente al menos,
¡un ser perfectamente "civilizado"!