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Algo en mí no es humano:
un gran toro grande habita en mi interior.
Despacio, se pasea por mi conciencia,
la cola se balancea y él pasta dando suaves zancadas.
En general pacífico, el toro en mi cerebro
sueña con grandes y verdes pastos, y enormes harenes de vacas.
No lo preocupa la filosofía
ni el hecho de que algún día terminará siendo una hamburguesa.
Rumiando tranquilamente mientras los terneros retozan,
el toro muestra una serenidad envidiable.
Pero ¡ay! rara vez es idílica la vida:
cuando el precio sea el correcto,
esta criatura magnífica será masacrada,
cortada, congelada, envuelta en celofán,
entonces recogida por algún consumidor cabeza hueca
mientras se pregunta distraídamente
¿Qué voy a cenar esta noche?"